La migraña en adolescentes

Esta mañana Gonzalo amaneció con migraña. No es la primera vez ni será la última.

Desde bien pequeño Gonzalo se quejaba de dolores de cabeza. Quizás tenía cuatro o cinco años la primera vez que lo escuché decirme que le dolía la cabeza. No era frecuente y, aunque sí me extrañaba que a tan corta edad pudiera padecer un dolor de cabeza, resultaba ser esporádico y no hubo necesidad de acudir a su pediatra por ello.

Fuente foto: Internet




Sin embargo, los dolores de cabeza se acentuaron cuando llego a la edad preadolescente. Gonzalo empezó a sentir dolores de cabeza a menudo y de gran intensidad.

Después de visitas médicas, y revisiones periódicas con su neurólogo, Gonzalo fue diagnosticado de migrañas.

Para llegar a ello, durante meses llevábamos un calendario donde anotábamos los días que se desencadenaban las crisis, su duración, qué había comido con anterioridad y cualquier hecho que se hubiera producido antes de la crisis. Todo es importante. La migraña no se cura pero se pueden tomar pequeñas medidas que puedan prevenir su desencadenamiento.

Sin duda, cualquier estréss en su vida, emoción, como por ejemplo el período de exámenes, la falta de descanso y pocas horas de sueño, pueden dar lugar a un episodio de migraña.

Me resultó mucho más fácil controlarlo cuando empezaron, hacia los 12 o 13 años. También eran más frecuentes, de 5 a 6 crisis mensuales pero no más de 10.

Actualmente, y con sentimiento de impotencia, puedo hacer mucho menos. Con 16 años los adolescentes son mucho más autónomos, independientes, su espacio se convierte en un círculo privado donde nuestra entrada en más que difícil y no tienen plena conciencia de la importancia de tomar medidas para prevenir. Viven los días y cada momento intensamente, difícil controlar las emociones, y difícil controlar su dieta y evitar que cuando se le despierta el apetito y está con los amigos lo primero que se compre sea una tableta de chocolate, nada recomendable para ello.

Ahora las crisis se dan un par de veces al mes pero son más intensas. No suelen empezar a desaparecer hasta que no llegan los vómitos. Tras esto, el cuerpo queda agotado y son necesarias varias horas de sueño.

Es difícil frenar una crisis de migraña de inmediato. Nada más sentir un levísimo dolor y antes de los diez minutos de duración, si no se suministra ibuprofeno. Pasados estos diez minutos, ya no habrá mediación que la alivie y solo queda esperar con paciencia a que el dolor vaya desapareciendo, creando un clima de tranquilidad, silencio, a oscuras y reposo. Así nos lo explicó su neurólogo y así ha ido sucediendo. Gonzalo siempre lleva consigo ibuprofeno allá donde vaya para intentar evitarla a tiempo. A veces lo consigue, y otras veces, como hoy, que estaba durmiendo, no ha sido posible.

Conforme vaya creciendo y saliendo de la etapa de desarrollo las crisis se irán distanciando. Ya ha empezado a ocurrir.

En su caso son hereditarias. Tanto su padre como su tía padecen grandes crisis de migraña y, en ocasiones, de varios días de duración.

Necesito hacer una recomendación: Escucharlos y creerlos siempre. Me he encontrado en el camino con personas incrédulas que por el simple hecho de ser adolescentes y repetirse con una periocidad corta creen que son invenciones. Me declaro muy defensora de esta etapa que puede resultar tan difícil como dulce y divertida. Nos necesitan y necesitan nuestro apoyo. En el caso de Gonzalo son reales y he sufrido mucho viendo que no podía aliviarlo. Pero si en algún caso se presentaran como una invención, algún otro motivo habrá que los lleven a reaccionar así y, de cualquier manera, necesitan nuestra ayuda.

Esta es nuestra experiencia, pero he encontrado un documento muy interesante y nada extenso que os facilito y dónde podemos ver los motivos que pueden ocasionar las crisis y las posibles formas de actuación. Espero que os ayuden ambas cosas.

https://www.childrensmercy.org/content/uploadedFiles/Care_Cards/Teen_Cards/TEEN-03-019Ep.pdf

1 comentario:

  1. Yo también sufro de migrañas aunque no tan a menudo como Gonzalo y es verdad que como no le pongas remedio nada más comenzar ya no hay nada que hacer. En mi caso, además, viene agravada por un problema de cervicales aunque con el paso del tiempo te acostumbras a vivir con ello.
    Es bueno que tu hijo tenga conciencia de que las provoca y ponga los remedios para ello. Ojalá yo hubiera empezado antes a hacer lo mismo.
    Besos!

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