Feliz cumple cuarto mes de Lucas. Sus avances y nuevas decisiones.

Hoy Lucas cumple 4 meses!

Aún me parece que fue ayer cuando dí a luz. Aún lo siento muy cerca y casi no me puedo creer que haya pasado este tiempo.

Durante el tercer mes Lucas ha progresado mucho.

Una de las cosas que más me han llamado la atención ha sido ver como se ha descubierto la garganta. Me ha costado llegar a la conclusión de que era eso lo que estaba ocurriendo. Hace dos semanas, Lucas empezó a toser un poco. Pero era una tos corta, débil y, cuando tosía la primera vez, venían varias veces detrás. Pero él ni se inmutaba. Estaba contento, no estaba resfriado ni tenía mocos. Con el paso de los días me día cuenta que lo hacía sin razón. Quizás la primera vez era verdadera, pero todas las demás eran repeticiones provocadas por sí mismo!

También ha empezado a sostener la cabeza. A día de hoy, ya no se tambalea. Durante todo el tercer mes parecía un bolo. Lograba sostenerla a medias y de vez en cuando se le iba para un lado y para otro hasta que lograba centrarla. Ahora la mantiene derecha y la gira allá donde quiere mirar.

También alcanza la mano a aquéllo que quiere coger. Se acabaron los movimientos de brazo hacia arriba y hacia abajo como si le hubieran dado una descarga. Lucas coge ahora lo que quiere. Pero le queda un poco para saber llevárselo a la boca. Se enfada muchísimo cuando no lo consigue.

Y llegaron los momentos de las carcajadas!! Ya no solo sonríe sino que ríe con ganas. Cuando le hago conquillas en el cuello y en la barriguita jugando, le encanta!

Y ha llegado un momento decisivo. A los cuatro meses casi todos los bebés empiezan a tomar cereales. Pero he tomado la decisión de que Lucas continúe con la Lactancia Materna Exclusiva. También han quedado atrás mis miedos a no saber si produciría la suficiente leche y si lo podría alimentar bien. Lucas ríe, tiene mucha fuerza, quiere jugar y está lleno de energía. Así que, a por los seis meses de lactancia! Yo estoy disfrutando de lo lindo con él.

Os dejo una fotito de cuando Lucas aún no había cumplido un mes


Cómo nació Las cositas de Lucas


Soy una mamá por vocación. No ha habido nada más en mi vida que me haya hecho sentir plenamente feliz como ser mamá.

Mi experiencia como madre de Gonzalo durante su crecimiento como persona y su desarrollo, hoy en día con 16 años, confirmaba que el camino de la maternidad es el doctorado mas complicado a la vez que bello en la que una persona se puede embarcar.

Me convertí en mamá bloguera en Marzo del 2013, dentro de la comunidad Seguimos siendo mamás blogueras, ya desaparecida, con las que he aprendido tanto y he vivido uno de los momentos más bonitos de mi vida, La llegada de Lucas, aquí

Empecé mi andadura como bloguera durante el embarazo de Lucas. Cargada de ilusión quería compartir la maravillosa experiencia que de nuevo la vida me brindaba con mi embarazo con el mundo entero. 

Además de estar entusiasmada esperando a Lucas, después de 20 años experimentada como Secretaria Ejecutiva, también estudié la posibilidad de compaginar mi vida laboral con mi vida familiar en primera persona a partir de este momento. Un asunto nada sencillo porque necesitaba un trabajo que me permitiera administrar mis horas de trabajo en torno a los cuidados, atenciones y la educación que mis hijos necesitan.

Después de un embarazo deliberando sobre las diferentes posibilidades decidí dedicar más tiempo al mundo donde más feliz me siento, el mundo del bebé y del niño. En varias ocasiones a lo largo de mi vida sentí el deseo de emprender algo para ellos. lo hice realidad pero los ingresos, únicos en casa, eran insuficientes.

Continuando con una de mis pasiones, escribir, y así compartiendo mis experiencias como mamá de un bebé y de un adolescente, finalmente me incorporé de mi excedencia voluntaria en mi empresa y trabajo por cuenta ajena además de estudiar Sociología por la Universidad Pablo de Olavides.

Con mi trabajo, mis estudios en la Universidad, mi blog y mi vida como mamá de dos seres maravillosos crezco y crezco cada día.





Resfriados, dolores de garganta ó gripe. Remedios caseros durante el embarazo y lactancia.

Ahora que nos acecha el frío llegan los resfriados y los dolores de garganta.

Fuente foto: aenfermeiranacasa.blogspot.com


Durante el tiempo del embarazo somos más vulnerables porque nuestro sistema inmunológico dedica casi toda las funciones a proteger a nuestros bebés.

Son períodos en los que intentamos por todos los medios no tomar antibióticos. Tenemos algunos remedios caseros que podrían ayudarnos a sobrellevar los síntomas:


  • Alimentación rica en fibra. Es indispensable la fruta y la verdura fresca. Nos proporcionan minerales y antioxidantes como la vitamina C que nos ayuda a luchar contra las infecciones.
  • Beber mucho zumo de fruta y agua. La hidratación es muy importante.
  • Intentar evitar el estrés y descansar todo lo que podamos.
  • Mantenernos activas y hacer ejercicios. Andar diariamente es el ejercicio más recomendado durante el período del embarazo y después del parto.
  • Para los resfriados con cogestión nasal puede ser bueno inhalar vapor. Podemos hervir agua con dos o tres gotas de aceite de eucalipto ó sin ello. Los caramelos mentolados también nos pueden aliviar.
Fuente foto: mexicodesconocido.com.mx

  • Hacer gárgaras con agua salada puede ayudarnos a evitar infecciones en la garganta. Un vaso de leche hervida con miel y limón alivia la tos y el dolor de garganta.

  • Media cebolla en nuestra mesita de noche mientras dormimos y nos quedaremos asombrados de sus efectos.
Fuente foto: ahorrodiario.com

  • Evitar fumas.
Mucho descanso en caso de gripe es el mejor de los remedios. Los virus están a nuestro alrededor y es difícil evitarlos.

Y la mayor recomendación, tanto si estamos embarazadas como si nos encontramos en período de lactancia ó para cualquier persona en condiciones normales es "no automedicarnos sin la supervisión de un facultativo".


Mi hijo adolescente

Esto sí que me coge de muy cerca. Quiero compartir con vosotros un artículo publicado en el periódico El País. Me ha resultado muy interesante y, en esta ocasión, estoy muy familiarizada.

http://elpais.com/elpais/2013/11/15/eps/1384536841_892415.html

Respecto a mi experiencia personal, diré que en mi hijo adolescente el gran cambio se produjo casi a los dieciséis años. No he tenido un adolescente precoz, ni con doce, ni con trece, ni con catorce.

Estoy muy contenta con él, es responsable y cariñoso y confío plenamente en sus decisiones.

Esto no quiere decir que como madre "plasta", lo persiga y no me canse de repetir en casa temas que considero muy importantes, porque tengo miedo, el miedo infundado por parte de la sociedad y los tiempos en los que vivimos.

Tengo muy en cuenta que las cosas no se pueden dar por hecho y que los adolescentes se encuentran en un período de aprendizaje importante, por eso nos necesitan tanto y que no son adultos. Siguen necesitando de todo nuestro apoyo, atención y cariño.


Medicación gratis para bebés de menos de un año en Andalucía

Hace un mes descubrí que los medicamentos no se pagan en niños y niñas menores de un año. Más tarde observé que esto no ocurre en todas las Comunidades.

Por si hay alguna despistada en Andalucía, igual que yo, os dejo la información que encontré y que nos saca de dudas.

Aunque como en el resto de Comunidades las vacunas que no entran dentro del programa de vacunación, como Rotavirus y neumococo, que cuestan 70 euros cada dosis y se administran 3 dosis dentro del primer año del bebé.

Ojalá nadie tenga que hacer grandes gastos en medicación y todos los bebés estén sanotes.

Fuente de información: http://www.juntadeandalucia.es/

Plan de Apoyo a las Familias Andaluza

Bebé sonriendo
Las niñas y los niños andaluces con menos de un año tienen acceso gratuito a los medicamentos y productos sanitarios prescritos por su médico o médica de familia, o por su pediatra, importe que será asumido por la Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía.
Esta medida, pionera en España e incluida en el Plan de Apoyo a las Familias Andaluzas, tiene como objetivo reforzar la protección de la salud en la primera infancia y ayudar a afrontar los gastos económicos derivados de la llegada de un hijo o una hija.
Para acceder a esta nueva prestación los bebés deberán ser identificados con la tarjeta sanitaria individual cuando acudan a su consulta de medicina de familia o pediatría. En caso de no disponer aún de la tarjeta, se puede utilizar el justificante de haberla solicitado o el documento de reconocimiento temporal del derecho a la asistencia sanitaria.

Lactancia: Crisis de los tres meses

Acabo de superarla, por eso escribo sobre ello. Nadie me habló de este momento y creo que es importante abordarlo. Para las mamás que elegimos la lactancia exclusiva, debemos estar preparadas para este momento porque nos vamos a encontrar con muy poca ayuda.
Una vez superados los primeros momentos tras el nacimiento, nada fácil, porque a pesar de que se intenta fomentar la práctica de la lactancia materna es un auténtico bombardeo por parte de nuestro entorno escuchar frases como este niño se queda con hambre, quizás tu leche no le alimenta, estás segura que tienes suficiente leche?, frases que no ayudan en absoluto y, a veces sientes la necesidad de tirar la toalla, llega otro momento delicado en el camino de la lactancia materna.
Os cuento que sin hacer locuras yo andaba vigilando mi peso con la ilusión de ir perdiendo gramos cada semana igual que Lucas los iba ganando de manera muy satisfactoria.
Cada sábado me acercaba a la farmacia para pesarlo y, como ya venía siendo costumbre, estaba deseando que llegara el día porque yo engordaba de felicidad viendo los resultados de la semana.
Pero hace unas tres semanas, había algo que me decía que no sería como los sábados anteriores. Efectivamente, así fue. Lucas había cogido tan sólo 80 gramos. En comparación a los cuatrocientos y pico que solía coger cada semana los músculos de mi cara quedaron inmóviles porque mis sospechas se habían corroborado.
Pensé que era culpa mía por vigilar tanto mi peso y por "cuidar mi alimentación" en lugar de atiborrarme de grasas, porque también había que no paraba de insistirme para que comiera carne y más carne para que no me faltaran proteínas.
A esto se sumó, que las "niñas" de la farmacia, con las que había hecho amistad, empezaron a decirme que ya era hora de meter una ayuda a Lucas, que así yo descansaría más. Me preguntaban si estaba haciendo dieta y me animaban a empezar con el bibi.
No pude contener las lágrimas sin poder hacerme a la idea de que aquélla etapa se iba a terminar y empecé a llorar. Ahora que estaba disfrutando tanto de esos momentos mágicos, ahora que no sentía dolor, que mis pezones no estaban en carne viva y enrojecidos, que sentía tanto placer y calma cuando Lucas pegado a mí succionaba y me miraba, ahora que incluso echábamos carcajadas porque cuando se siente llenito suelta el pezón, me mira, y empieza a reír jugueteando, lo coge y lo suelta sin parar y yo no puedo parar de llorar de la risa.... No podía ser que ya acabara, tan rápido!
Ante mi llanto las "niñas" me consolaban entre bromas: "no es tan grave... no vas a ser tú más madre que nadie". No quiero decir por donde pienso que deberían meterse sus bromas.
Llegué a casa buscando información en internet a la desesperada y voilà!, he aquí la respuesta corroborada por mi amiga Yolanda, mi matrona:

A los 3 meses

En general, se habla de la crisis de los 3 meses describiéndola como un momento en que:
  • El bebé ya no pide pecho tan a menudo, algo que la madre  puede interpretar de diversas formas: no tiene hambre, no quiere comer o la rechaza. 
  • El niño que antes se mostraba encantado de pasar largo rato prendido al pecho hace ahora tomas de escasos minutos.
  • La madre se nota los pechos blandos, lo que atribuye a una producción insuficiente de leche.
  • El bebé hace tomas caóticas, en las que se distrae por cualquier cosa y a menudo rompe a llorar al poco rato de haber empezado a mamar. Sólo parece  mamar bien y tranquilo cuando está dormido.
  • El bebé engorda menos, lo cual es perfectamente normal pero puede reforzar la sensación de que pasa hambre.
  • El bebé se chupa el dedo o la mano entera casi con voracidad, lo que de nuevo puede causar alarma tanto si se interpreta como un signo externo de hambre, como si despierta el temor de que de más mayor "haga la pipa". Ambos temores son infundados.
  • A menudo, hay una disminución en la frecuencia de las deposiciones del bebé (si hasta entonces hacían caca varias veces al día, pueden pasar a hacer sólo una o incluso pasar varios días sin ir de vientre). Puesto que las deposiciones también suelen interpretarse como medidores de la ingesta de leche, la madre puede interpretar esta menor frecuencia en las deposiciones como señal de una ingesta insuficiente.
A consecuencia de todo lo expuesto, la crisis de los tres meses es a menudo el momento en que se inicia la suplementación con leche artificial y el abandono paulatino de la lactancia materna. La sensación de rechazo y de falta de leche se apodera de la madre, aunque en realidad lo que está ocurriendo es perfectamente superable si se entiende y se maneja de forma adecuada. 
A los tres meses los bebés son expertos en el arte de la succión, y en  una toma de escasos minutos pueden extraer toda la leche que necesitan.
A partir de los tres meses se producen granes cambios en su cerebro; las conexiones neuronales se multiplican a toda velocidad y su inteligencia, cada vez más desarrollada, les abre un mundo de sensaciones. Hasta los tres meses, su sentido de la vista y el oído es limitado, inmaduro y goza de una funcionalidad reducida. A partir de los tres meses, sin embargo, la visión mejora de manera espectacular y empiezan a ver más allá de la cara de su madre, por lo que se distraen por cualquier cosa a la hora de mamar: un cuadro colgado detrás de mamá, alguien que está sentado al lado de ésta, una mosca que pasa volando, el propio rostro de mamá, que el niño mira y a la que sonríe, el momento en que papá entra en la habitación... Y con el sentido del  oído  pasa lo mismo: si alguien entra en la habitación y habla, si la tele hace ruido, si pasa una ambulancia por la calle... la sana curiosidad del niño lo va a impulsar a dejar de mamar para oír qué pasa a su alrededor, y las madres se desesperan  por ese comportamiento irregular y aparentemente displicente: "Mama en 5 minutos o menos, y en ese tiempo se suelta del pecho o se distrae mil veces. Eso si, por la noche mama de fábula y está mucho rato en cada pecho, como antes, sin soltarse ni ponerse a llorar".
Por si fuera poco, a partir de los tres meses los niños lloran al mamar. No bien empiezan a succionar, se ponen a bramar con desesperación. Esto no hace más que aumentar la angustia de la madre, puesto que se nota los pechos extremadamente blandos, tiene la sensación de que apenas produce leche y es posible que haya dejado de notar las subidas de la leche.
Otra combinación de factores que impulsa a las mujeres a dejar el pecho de forma precoz y no deseada.
La situación tiene una explicación lógica, y por supuesto la madre tiene leche suficiente y la capacidad para fabricar toda la que el niño necesite en un momento dado. Pero el cuerpo materno es muy sabio y modifica el sistema de producción de leche para optimizar el proceso. Ahora la glándula mamaria está preparada para fabricar la leche en el momento que el niño la requiera, y el cuerpo tarda sólo 2,2 minutos en desencadenar el reflejo de eyección y proveer al niño de toda la leche que le hace falta.
Lo cierto, sin embargo, es que los niños suelen mostrarse molestos con este cambio. Estaban acostumbrados a encontrar la cantidad de leche que ellos querían nada más ponerse al pecho, pero ahora tienen que succionar, esperar unos minutos  y volver a mamar.
He aquí un símil que puede ayudar a entender el proceso: hasta el momento de la crisis, los niños comían en un buffet con servicio las 24 horas, y nada más sentarse a la mesa ya tenían la comida ante sí. Cuando empieza la crisis, el restaurarte mediocre se transforma en uno de lujo, hay que esperar al camarero, hay que leer el menú  y esperar a ser servido, lo que se traduce en 2,2 minutos de espera, que les sienta muy mal durante el mes y poco que tardan en aprender que toca esperar 2 minutos para comer. La cantidad  de leche que toman es exactamente la que necesitan, no hay problemas de fata de leche.
Todos los factores que intervienen en la crisis de los tres meses la hacen muy compleja, y si no se conocen los mecanismos por los que se produce, el resultado es un abandono precoz de la lactancia con la sensación equivocada de falta de leche o de rechazo por parte del bebé.

Consejos para superar las crisis:

  • Jamás, bajo ningún concepto, hay que forzar a un niño a mamar ni insistir demasiado para que tome el pecho, puesto que el resultado puede ser justamente el contrario y provocar un rechazo real donde hasta entonces no existía más que una crisis pasajera.
  • Cuando un niño está en plena crisis, puede resultar muy útil darle el pecho en penumbra y en silencio, puesto que cuantos menos estímulos externos haya, más tranquila será la toma. 
  • No esperar a que el niño llore para ponérselo el pecho, pues es posible que para entonces su ansiedad se traduzca en desesperación. 
  • Paciencia, mucha paciencia. Tal como ha llegado, la crisis se irá.
Con ello os digo, que guardéis la calma y no os agobiéis. Que no os dejéis influir por las primeros consejos aún viniendo de fuentes "supuestamente" fiables.
Si realmente queréis continuar con ello, podéis hacerlo.

La pipa o el pipo

Cuando Gonzalo era pequeñito nunca quiso pipo, chupete. Yo estaba tan contenta por ello. No hacía más que pensar que había tenido mucha suerte pero más pronto que tarde calmó sus necesidades con la pipa.
Al principio me resultó muy simpático y tierno pero pasado el tiempo empecé a agobiarme pensando en todo lo que me decían, boca deformada, callo en el dedo, pipa hasta la edad adulta incluso a escondidas...
Ya sin éxito intenté quitarle la costumbre pero no podía controlarlo incluso en sueños. Aún así no desistí.
Con tres añitos y medio lo operaron de vegetaciones y amígdalas. Cuando salío de quirófano lloraba y veía como le caía su propia babita en la almohada manchada de sangre y me preguntó si era culpa de la pipa. Pobre mío, le dije que sí y nunca más se la metió en la boca.
Ahora con Lucas me volvió a coger el toro. No le puse el pipo y cuando me dí cuenta había encontrado la solución por sí mismo. Así que, me fui corriendo a la farmacia a comprar dos pipos y a fuerza de intentos conseguí que lo succionara sin expulsarlo. Pero ahora coge los dos. El pipo cuando yo estoy pendiente y me doy cuenta y la pipa durante la noche y estoy durmiendo. Más de una vez me han despertado sus chupetones.
Como pasado los años han cambiado tanto las cosas, he vuelto a buscar información sobre ello y tal o como me esperaba, también los mitos han caído en este aspecto.
Ya la pipa no es tan mala dentro de los tres primeros años de vida del niño. Se considera un acto de instintivo desde el útero materno. A partir de los tres años la cosa cambia y sí puede ser perjudicial, aunque muchos niños la dejan por sí mismos justo hacia los tres o cuatro años debido a la presión social (entrada en colegios, son más conscientes y les dá vergüenza delante del resto de compañeros)
Hay métodos para intentar que desaparezca el hábito. Se asocia al aburrimiento. Pero lo que no debemos hacer nunca es decirles expresiones como "pareces un bebé". Esto sólo lograría hacerlos sentir mal perjudicando incluso su autoestima.
¿Han cogido vuestros bebés la pipa ó el pipo?
 Acabo de superarla, por eso escribo sobre ello. Nadie me habló de este momento y creo que es importante abordarlo. Para las mamás que elegimos la lactancia exclusiva, debemos estar preparadas para este momento porque nos vamos a encontrar con muy poca ayuda.
inma
Una vez superados los primeros momentos tras el nacimiento, nada fácil, porque a pesar de que se intenta fomentar la práctica de la lactancia materna es un auténtico bombardeo por parte de nuestro entorno escuchar frases como este niño se queda con hambre, quizás tu leche no le alimenta, estás segura que tienes suficiente leche?, frases que no ayudan en absoluto y, a veces sientes la necesidad de tirar la toalla, llega otro momento delicado en el camino de la lactancia materna.
Os cuento que sin hacer locuras yo andaba vigilando mi peso con la ilusión de ir perdiendo gramos cada semana igual que Lucas los iba ganando de manera muy satisfactoria.
Cada sábado me acercaba a la farmacia para pesarlo y, como ya venía siendo costumbre, estaba deseando que llegara el día porque yo engordaba de felicidad viendo los resultados de la semana.
Pero hace unas tres semanas, había algo que me decía que no sería como los sábados anteriores. Efectivamente, así fue. Lucas había cogido tan sólo 80 gramos. En comparación a los cuatrocientos y pico que solía coger cada semana los músculos de mi cara quedaron inmóviles porque mis sospechas se habían corroborado.
Pensé que era culpa mía por vigilar tanto mi peso y por “cuidar mi alimentación” en lugar de atiborrarme de grasas, porque también había quien no paraba de insistirme para que comiera carne y más carne para que no me faltaran proteínas.
A esto se sumó, que las “niñas” de la farmacia, con las que había hecho amistad, empezaron a decirme que ya era hora de meter una ayuda a Lucas, que así yo descansaría más. Me preguntaban si estaba haciendo dieta y me animaban a empezar con el bibi.
No pude contener las lágrimas sin poder hacerme a la idea de que aquélla etapa se iba a terminar y empecé a llorar. Ahora que estaba disfrutando tanto de esos momentos mágicos, ahora que no sentía dolor, que mis pezones no estaban en carne viva y enrojecidos, que sentía tanto placer y calma cuando Lucas pegado a mí succionaba y me miraba, ahora que incluso echábamos carcajadas porque cuando se siente llenito suelta el pezón, me mira, y empieza a reír jugueteando, lo coge y lo suelta sin parar y yo no puedo parar de llorar de la risa…. No podía ser que ya acabara, tan rápido!
Ante mi llanto las “niñas” me consolaban entre bromas: “no es tan grave… no vas a ser tú más madre que nadie”.
lactancias
Y hago un inciso, ni es más madre la quiere alimentar a su bebé mediante lactancia ni la que le pone una tetina de silicona en el minuto uno. Todas somos madres.

Llegué a casa buscando información en internet a la desesperada y voilà!, he aquí la respuesta corroborada por mi amiga Yolanda, mi matrona:
A los 3 meses
En general, se habla de la crisis de los 3 meses describiéndola como un momento en que:
  • El bebé ya no pide pecho tan a menudo, algo que la madre  puede interpretar de diversas formas: no tiene hambre, no quiere comer o la rechaza. 
  • El niño que antes se mostraba encantado de pasar largo rato prendido al pecho hace ahora tomas de escasos minutos.
  • La madre se nota los pechos blandos, lo que atribuye a una producción insuficiente de leche.
  • El bebé hace tomas caóticas, en las que se distrae por cualquier cosa y a menudo rompe a llorar al poco rato de haber empezado a mamar. Sólo parece  mamar bien y tranquilo cuando está dormido.
  • El bebé engorda menos, lo cual es perfectamente normal pero puede reforzar la sensación de que pasa hambre.
  • El bebé se chupa el dedo o la mano entera casi con voracidad, lo que de nuevo puede causar alarma tanto si se interpreta como un signo externo de hambre, como si despierta el temor de que de más mayor “haga la pipa”. Ambos temores son infundados.
  • A menudo, hay una disminución en la frecuencia de las deposiciones del bebé (si hasta entonces hacían caca varias veces al día, pueden pasar a hacer sólo una o incluso pasar varios días sin ir de vientre). Puesto que las deposiciones también suelen interpretarse como medidores de la ingesta de leche, la madre puede interpretar esta menor frecuencia en las deposiciones como señal de una ingesta insuficiente.
A consecuencia de todo lo expuesto, la crisis de los tres meses es a menudo el momento en que se inicia la suplementación con leche artificial y el abandono paulatino de la lactancia materna. La sensación de rechazo y de falta de leche se apodera de la madre, aunque en realidad lo que está ocurriendo es perfectamente superable si se entiende y se maneja de forma adecuada. 
A los tres meses los bebés son expertos en el arte de la succión, y en  una toma de escasos minutos pueden extraer toda la leche que necesitan.
A partir de los tres meses se producen granes cambios en su cerebro; las conexiones neuronales se multiplican a toda velocidad y su inteligencia, cada vez más desarrollada, les abre un mundo de sensaciones. Hasta los tres meses, su sentido de la vista y el oído es limitado, inmaduro y goza de una funcionalidad reducida. A partir de los tres meses, sin embargo, la visión mejora de manera espectacular y empiezan a ver más allá de la cara de su madre, por lo que se distraen por cualquier cosa a la hora de mamar: un cuadro colgado detrás de mamá, alguien que está sentado al lado de ésta, una mosca que pasa volando, el propio rostro de mamá, que el niño mira y a la que sonríe, el momento en que papá entra en la habitación… Y con el sentido del  oído  pasa lo mismo: si alguien entra en la habitación y habla, si la tele hace ruido, si pasa una ambulancia por la calle… la sana curiosidad del niño lo va a impulsar a dejar de mamar para oír qué pasa a su alrededor, y las madres se desesperan  por ese comportamiento irregular y aparentemente displicente: “Mama en 5 minutos o menos, y en ese tiempo se suelta del pecho o se distrae mil veces. Eso si, por la noche mama de fábula y está mucho rato en cada pecho, como antes, sin soltarse ni ponerse a llorar”.
Por si fuera poco, a partir de los tres meses los niños lloran al mamar. No bien empiezan a succionar, se ponen a bramar con desesperación. Esto no hace más que aumentar la angustia de la madre, puesto que se nota los pechos extremadamente blandos, tiene la sensación de que apenas produce leche y es posible que haya dejado de notar las subidas de la leche.
Otra combinación de factores que impulsa a las mujeres a dejar el pecho de forma precoz y no deseada.
La situación tiene una explicación lógica, y por supuesto la madre tiene leche suficiente y la capacidad para fabricar toda la que el niño necesite en un momento dado. Pero el cuerpo materno es muy sabio y modifica el sistema de producción de leche para optimizar el proceso. Ahora la glándula mamaria está preparada para fabricar la leche en el momento que el niño la requiera, y el cuerpo tarda sólo 2,2 minutos en desencadenar el reflejo de eyección y proveer al niño de toda la leche que le hace falta.
Lo cierto, sin embargo, es que los niños suelen mostrarse molestos con este cambio. Estaban acostumbrados a encontrar la cantidad de leche que ellos querían nada más ponerse al pecho, pero ahora tienen que succionar, esperar unos minutos  y volver a mamar.
He aquí un símil que puede ayudar a entender el proceso: hasta el momento de la crisis, los niños comían en un buffet con servicio las 24 horas, y nada más sentarse a la mesa ya tenían la comida ante sí. Cuando empieza la crisis, el restaurarte mediocre se transforma en uno de lujo, hay que esperar al camarero, hay que leer el menú  y esperar a ser servido, lo que se traduce en 2,2 minutos de espera, que les sienta muy mal durante el mes y poco que tardan en aprender que toca esperar 2 minutos para comer. La cantidad  de leche que toman es exactamente la que necesitan, no hay problemas de falta de leche.
Todos los factores que intervienen en la crisis de los tres meses la hacen muy compleja, y si no se conocen los mecanismos por los que se produce, el resultado es un abandono precoz de la lactancia con la sensación equivocada de falta de leche o de rechazo por parte del bebé.
Consejos para superar las crisis:
  • Jamás, bajo ningún concepto, hay que forzar a un niño a mamar ni insistir demasiado para que tome el pecho, puesto que el resultado puede ser justamente el contrario y provocar un rechazo real donde hasta entonces no existía más que una crisis pasajera.
  • Cuando un niño está en plena crisis, puede resultar muy útil darle el pecho en penumbra y en silencio, puesto que cuantos menos estímulos externos haya, más tranquila será la toma. 
  • No esperar a que el niño llore para ponérselo el pecho, pues es posible que para entonces su ansiedad se traduzca en desesperación. 
  • Paciencia, mucha paciencia. Tal como ha llegado, la crisis se irá.
Con ello os digo, que guardéis la calma y no os agobiéis. Que no os dejéis influir por las primeros consejos aún viniendo de fuentes “supuestamente” fiables.
Si realmente queréis continuar con ello, podéis hacerlo.
Y con respecto a mi farmacia, mañana hablaré de ello, porque acabo de tomar una decisión.

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