Pero no, esto no es un mito. ¿De dónde creéis que viene el nombre de mis colecciones de verano e invierno que podéis ver aquí o aquí.
Son nombres que además no cambiaré nunca porque me harán recordar como me gustaba acercar mi naricilla a sus labios cuando lo tenía en brazos y deleitarme con ese olor tan dulce a helado de vainilla.
Pues sí, mi bebé olía a vainilla.
Y entonces se me cruzó la noticia de que los olores de los bebés crean adicción.
El olor de los recién nacidos activa una parte el sistema neurológico de las madres, el lugar donde reside el deseo, produciendo la satisfacción que puede ocasionarte la comida o el sexo.
Este olor actúa como intermediario entre madre e hijo, ayudando al desarrollo de las funciones maternas, como la lactancia.
El estudio fue realizado por investigadores de todo el mundo http://www.frontiersin.org/Journal/10.3389/fpsyg.2013.00597/full
Que razón tienen! Yo metía la nariz en la cabeza o el cuello del peque y lo aspiraba casi. No me pila a nada conocido, sólo a dulce, a mi bebé.
ResponderEliminarQue pena que lo van perdiendo cuando crecen!!
Verdad María, todo dura menos de lo que nos gustaría.Gracias!!
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