Enseña siempre amor, ellos aprenden lo que ven en nosotros

Hace 16 años, cuando estaba embarazada de Gonzalo, mi mente se centraba en como hacerlo lo mejor posible. Hoy, y para los restos, me centro en lo mismo por la vida que está en camino y lo comparto con reflexiones y evaluaciones de cómo lo he hecho hasta ahora.

Echando la vista atrás, siempre temí mucho y tuve muy presente que yo era un ejemplo muy importante para él. He intentado que resuelva los conflictos, que se retire a tiempo si no está en su mano resolverlo, que comparta, que tenga muy en cuenta al que menos tiene, que sea agradecido por lo que tiene él, que valore a la familia y que se mantenga unido, que independientemente de los resultados, su conciencia quede tranquila por saber que ha hecho lo que estaba en su mano y ha trabajado lo suficiente, que respete a todo ser humano y nuestro entorno y que no juzgue lo que es diferente a él, que perdone, que ayude... Aún es tan pronto para saber si todo esto dió su fruto, aún es tan joven...

Y es ahora cuando aún no lo tengo todo resuelto aunque los indicios me indican que es una gran persona cuando empiezo a plantearme las mismas cuestiones, los mismos miedos y temores y donde me planteo tantísimas veces si tendré la misma fuerza para que no se me olvide ningún día que esta personita que estará aquí pronto estará pendiente de todos mis movimientos, de mis gestos y reacciones, de todo mi hacer y deshacer.

También hay algo que me llena de dicha, y es que volveré a aprender tanto también de la limpieza y transparencia y su corazón, como he venido haciendo hasta ahora, cuanto ante tantas circunstancias el ejemplo me lo dió él, convirtiéndose en mi maestro y me ha dejado apenas sin palabras en multitud de ocasiones.

Al final, es un dar y recibir, y a pesar de los inconvenientes, y aunque la rabia, la ira, la indignación, el egoísmo, la mentira, la injusticia y tantas otras piedras que contaminan nuestra existencia a veces nos lo pongan tan difícil, sólo nos queda pensar que este mundo es de ellos mañana y que sean capaces de tender la mano y no retirarla.

Los niños aprenden lo que viven, por Dorothy Law Nolte