No se trata de una experiencia sencilla, nunca. Eso no significa que no vayamos a obtener grandes resultados, satisfacciones y armonía. Lograr todo esto requiere un trabajo, se alimenta cada día, por siempre y para siempre, nada se debe dar por sentado y por hecho, mucho menos por conseguido. Lo que hoy no surge, puede surgir mañana. Lo que hoy es un caos, mañana puede ser un cosmos.
Podemos empezar abordando que la familia por excelencia en nuestra sociedad ya no es la familia intacta o primera familia. La familia reconstituída ha ganado espacio.
No lograremos nada si no tenemos en cuenta tres pilares fundamentales: edad del niño, madurez del niño, sensibilidad del niño. Esto se concentra en un punto clave, EL NIÑO ES LO MÁS IMPORTANTE.
Para ninguno de los roles participantes es fácil, la madre o padre, la nueva pareja, los niños... Pero lo que concierne en este caso, es el desarrollo y estabilidad emocional del niño ante esta experiencia.
Nuestra propia seguridad en la nueva pareja es sustancial a la hora de presentarla a nuestros hijos. Saber distinguir si la llegada de una persona a nuestras vidas tiene un significado estable. Los niños necesitan de esta estabilidad y es importante identificar que la relación de pareja que se establece no es un pasatiempo. La pareja debe ser consciente del sentido de este hecho en la vida del niño.
La naturalidad en la aparición de la nueva pareja. Todo está en nuestra cabeza. Antiguos mitos, supuestas dificultades. Rehacer vidas es bueno. No perjudicamos. Volvemos a no dar nada por hecho. Si le damos un sentido de normalidad al momento que hayamos elegido para presentar a nuestra pareja y cómo hayamos elegido hacerlo todo será más sencillo. La atención completa de ese momento no tiene por qué estar enfocada a la nueva pareja. Una tarde en el parque, al aire libre, desviará la atención de un niño pequeño disolviendo una posible tensión. La intervención de estos juegos serán clave en un primer contacto y en gran parte de la nueva relación.
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Las muestras de cariño son positivas. Siempre he mantenido la máxima de que no hay nada más beneficioso y bonito que trasmitir amor a los niños, de cualquiera de las maneras. El amor que fluya en la pareja, los gestos de cariño frente al niño, observando sus reacciones para medir los tiempos, puede ser muy positivo. Aún más si lo hacemos partícipe de ello.
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Hacer a los niños partícipes de nuestro mundo. Nuestra vida es una, no hay desdoblamientos. El tiempo privado con nuestra pareja es indispensable, tanto como hacer al niño partícipe de la vida de la pareja también. No llevamos dos vidas y no son incompatibles.
De la pareja y del padre o madre se requiere mayor responsabilidad, esfuerzo, lógica, inteligencia. Y esto no es injusto, es lo propio. Hay una gran diferencia y un trecho muy grande entre un adulto y un niño.
Empatía, comprensión, delicadeza, el arte de manejar
Existen unos códigos de comunicación ya establecidos en la familia a la que la nueva pareja llega. El respeto y aprendizaje de ello es vital. La nueva pareja aprenderá en primer lugar a identificar esos códigos y con el tiempo se estará creando un nuevo código de comunicación en el que también será participante de primera línea, pero no entrará a forzar un cambio en los que ya están forjados.
La nueva pareja no es un nuevo padre o una nueva madre. Nadie sustituye esta figura.
El espacio que corresponde a la nueva pareja no lo determina ésta. Podemos evitar conflictos si la implantación de normas nuevas y cambios graduales los lidera la madre o el padre. La nueva pareja necesita ser reconocida y ser situada en una posición importante que el niño debe reconocer. La actuación al respecto del padre o de la madre transmite mucho al niño y puede resultar más fácil.
Como reflexión personal por mi experiencia, aunque lo ya escrito lleva mucho de ello, quiero destacar que muchas veces nos sentiremos culpables, tendremos la sensación de no estar haciéndolo bien, de temer por la sensibilidad de nuestros hijos. Este tipo de sentimientos no son exclusivos de la incorporación de una nueva pareja a la familia. Se dan con respecto a los hijos siempre, es un sentimiento que nos acompaña a lo largo de nuestro camino con ellos, porque queremos protegerlos y que nada en esta vida les pueda hacer daño.
La comunicación en la pareja y la comunicación con los niños, preguntarles, tener en cuenta sus opiniones, deseos, pensamientos y sentimientos son muy importantes para tomar decisiones acertadas.
Seguir encontrando espacios a solas con nuestros hijos, donde sientan que nos siguen teniendo al 100% reforzará su confianza. Dejar a solas a nuestros hijos con nuestras parejas donde puedan crecer sin nuestra intervención y construír su relación será tan placentero como productivo. Pueden convertirse en sus grandes aliados.
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Los pequeños eligirán como denominar a esta figura, nombre de pila, mamá, papá, etc.
Y amor, mucho amor hacia ellos.
Si estamos felices, estarán felices. Si están felices, estaremos felices.
Y para terminar, algunas películas recomendadas que nos puedes hacer pasar momentos entrañables y divertidos sobre relaciones de niños y nuevas parejas.
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| Algo para recordar |
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| Sucedió en Manhattan |
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| Un día inolvidable |
Y un gran clásico
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| Sonrisas y lágrimas |
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