Cómo superar la ansiedad por la separación de nuestro hijo. La teoría del apego

La semana pasada una compañera de trabajo me preguntó: ¿Y por qué tu hijo se comporta así?

La pregunta vino a raíz de una conversación que manteníamos porque ella tiene una sobrina con la edad de Lucas y empezamos a compartir experiencias sobre como se comportaban cuando nos marchábamos al trabajo y como eran nuestras despedidas

¿Es cierto que a los 3 años unos están deseando perder de vista a su mamá y hacer vida con sus titos, primos y resto de familiares y otros lloran sin parar por el dolor de la separación?

La primera vez que tuve que separarme de mi hijo mayor, ahora ya con 20 años, que no fuera por tan solo unas horas, él contaba con 2 años de edad. Primeras noches sin él.

Fue en verano. Mi familia se marchaba de vacaciones fuera de la ciudad y ellos se ocupaban de sus cuidados mientras yo trabajaba. Los necesitaba para cumplir con mi trabajo y no me correspondían días de vacaciones. La ausencia durante días dejó un vacío muy difícil de soportar.

No recuerdo cuanto tiempo fue, dos o tres semanas quizás, pero recuerdo que a su regreso, cuando lo ví, lo sentía mucho más bebé de lo que lo recordaba, me dió miedo cogerlo y tocarlo por si no me reconocía y la emoción desbordaba el reencuentro. No había whatsapp, skype, intercambios de fotografías y videos..., solo alguna llamada al día para saber como iba todo.

Después de esa vinieron más separaciones, las establecidas por el régimen de visitas formaban parte de nuestra vida. Y ninguna, absolutamente ninguna de ellas supuso un alivio y fueron muy difíciles de sobrellevar por mí.

Para él era más difícil soportar mis horas de trabajo diarias cuando esperaba en casa de sus abuelos a que llegara cada tarde o noche sin dejar de preguntar durante esas horas cuando llegaba mamá.

Con Lucas estoy viviendo lo mismo. Ahora, con tres años, es tan difícil para él como para mí.

Es un sentimiento al que parece que uno no se acostumbra nunca.

Cuando se quedan en la guardería la primera vez y escuchas los llantos mientras te alejas, aunque el personal de la guardería asegure que en unos minutos se les pasa, no deja lugar en la mente para pensar nada más que en su bienestar e intentar superar esas despedidas amargas. Lucas hace tiempo que no llora, pero no pierde la oportunidad de preguntarme siempre que estoy con él y durante los fines de semana, si me voy a ir a trabajar otra vez, como intentando atrapar el tiempo y que no se le escape ningún minuto.
Fuente: Internet. Imagenes libres de derecho de autor


Aún estoy por ver como será si surge una boda solo para adultos o si por cualquier motivo paso alguna noche fuera de casa.

¿Cómo nos preparamos para todo esto y como los preparamos a ellos?

Para empezar, y es lo que me ha hecho detener mis pensamientos en todo esto, no he creído que ningún niño esté deseando deshacerse de su madre o padre, para quedarse a gusto en sus juegos con quien sea, por muy estrecho que sea el vínculo con los demás, al menos a los 3 años.

Existen varios tipos de apegos, cada uno de ellos con sus particularidades y diferentes modos de reacción:

Hay niños que se dirigen con rapidez a la madre cuando vuelve y se sienten a gusto con ella (“apego seguro”); otros no muestran malestar al quedarse solos, y evitan o ignoran a la madre en el reencuentro (“apego evitativo”). Finalmente, algunos niños no se alejan de la madre, protestan enérgicamente por la separación, y no llegan a calmarse en el reencuentro (“apego ambivalente-resistente”).
De todo esto trata la Teoría del Apego de J. Bowlby. En el mundo según Bowlby, el centro de nuestra vida, de la cuna a la tumba, está en los íntimos apegos.

Esto no quiere decir que el niño cumpla con uno de los tipos de apego por y para siempre en cualquier contexto. No es lo mismo separarse porque hay que entrar en el colegio, que separarse porque nos marchamos a cuidar a un familiar enfermo o que vean como nos maquillamos antes de nuestra marcha y nos colocamos nuestros mejores trajes o metemos en una bolsa nuestro cepillo de dientes. A cada uno de estos momentos le corresponderá un tipo de apego diferente y reacciones diferentes en el mismo niño.

Las experiencias de niños pequeños con madres y padres sensibles, aceptadores y apoyadores, inician una trayectoria de positivo desarrollo psicosocial para el niño. Tales experiencias, tanto en el campo del apego como en el de la exploración, sientan las bases para modelos seguros de relaciones cercanas. Son susceptibles de prolongarse hacia otras relaciones cercanas, en la niñez, la adolescencia y la adultez joven.

 Por lo tanto, no es un asunto para tratar a la ligera.

¿Quiere decir esto que no podemos alejarnos, despegarnos, movernos del lado de nuestro hijos?

No.

Pero sí que debe aplicarse empatía, comprensión y entendimiento para los sentimientos que se dan en estas situaciones, para los pequeños y para los mayores.

Leo algunas recomendaciones sobre como debe ser la despedida, rápida y corta, y me asombro. Dependerá también del momento. Será más rápida cuando tengamos que coger un avión y la puerta de embarque amenace con cerrar y se le podrá dedicar más tiempo si no hay una hora que marque nuestro desplazamiento.

Sonrisas a la hora de despedirnos, a ser posible,  para restar dramatismo y dificultad, honestidad sobre nuestros sentimientos para con ellos, expresando que los vamos a echar de menos o que estamos deseando verlos a la vuelta, honestidad con nosotros mismos y dedicarnos nuestro tiempo comprendiéndonos y aceptando que es normal lo que sentimos cuando nos duele dejarlos y si se trata de un viaje, un regalo a la vuelta siempre puede ser bien recibido.
Fuente: Internet. Imágenes libres de derecho de autor.


Bibliografía

Galán Rodríguez, A. (2010). El apego: Más allá de un concepto inspirador. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, 30(4), 581-595.
Grossmann, K., & Grossmann, K. E. (2004). Impacto del apego a la madre y al padre durante los primeros años, en el desarrollo psicosocial de los niños hasta la adultez temprana. Apego, 8.
Wallin, D. J. (2012). El apego en psicoterapia. Desclée de Brouwer.

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3 comentarios:

  1. Todos los niños pequeños tienen que sentirse seguros y, generalmente, esa seguridad viene de sus madres. A unos les cuesta más que a otros el momento de separarse porque hasta que llegan a cierta edad no entienden que volvemos.
    En ese sentido, El Pelirrojo siempre me lo ha puesto fácil. En la guardería estaba con su tía y no había problemas. Al llegar al colegio tuvimos la primera semana mala como todos pero pasó rápido y respecto a quedarse con algún familiar o alguien que se encargará de su cuidado no ha tenido problemas.
    Al ser un niño con una alta sensibilidad y muy de rutinas, siempre tengo que explicarle por anticipado lo que va a pasar. Si por ejemplo, voy a salir y alguien viene a cuidarlos, se lo cuento todo el día antes y le digo en qué momento voy a volver, y si se van a quedar en casa de los abuelos, igual. Haciendo eso, con él no hay problemas.
    Y el pequeño, sí que cuando lo dejaba con mis padres o mi suegra porque tenía que salir o ir a trabajar, preguntaba más por mamá o lloraba al principio pero luego bien. Eso sí, me veía y formaba un escándalo... pero al ir creciendo un poco y como está con su hermano, ya lo ve tambien algo normal y se queda tan contento

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  2. Todos los niños pequeños tienen que sentirse seguros y, generalmente, esa seguridad viene de sus madres. A unos les cuesta más que a otros el momento de separarse porque hasta que llegan a cierta edad no entienden que volvemos.
    En ese sentido, El Pelirrojo siempre me lo ha puesto fácil. En la guardería estaba con su tía y no había problemas. Al llegar al colegio tuvimos la primera semana mala como todos pero pasó rápido y respecto a quedarse con algún familiar o alguien que se encargará de su cuidado no ha tenido problemas.
    Al ser un niño con una alta sensibilidad y muy de rutinas, siempre tengo que explicarle por anticipado lo que va a pasar. Si por ejemplo, voy a salir y alguien viene a cuidarlos, se lo cuento todo el día antes y le digo en qué momento voy a volver, y si se van a quedar en casa de los abuelos, igual. Haciendo eso, con él no hay problemas.
    Y el pequeño, sí que cuando lo dejaba con mis padres o mi suegra porque tenía que salir o ir a trabajar, preguntaba más por mamá o lloraba al principio pero luego bien. Eso sí, me veía y formaba un escándalo... pero al ir creciendo un poco y como está con su hermano, ya lo ve tambien algo normal y se queda tan contento

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  3. Qué bien que se acompañen el uno al otro María. Eso debe ayudarles mucho también. Gracias!!

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