Cómo y desde cuando educar a los niños en la cultura del "sí puedo". La resiliencia en la familia (I)

Estamos invirtiendo tiempo, dinero y mucho esfuerzo en convencer al mundo de que todo es superable. Mantener una actitud positiva y pensamientos positivos se ha convertido en el primer objetivo de vida de cada uno de nosotros. Pero, ¿por qué la cultura occidental necesita ahora de tal empeño de manera que parece que vamos aprendiendo tarde? ¿Es la resiliencia una nueva capacidad que el ser humano acaba de empezar a aprender a abordar?

La resiliencia es la capacidad que tiene la persona que ha vivido y superado situaciones difíciles, de riesgo, exclusión, traumáticas de cualquier índole y ha sido capaz de normalizar su vida. Incluso podemos decir que dichas situaciones han servido de aprendizaje y se han convertido en una ventaja o estímulo.


¿Quién tiene el privilegio de contar con esa virtud? 

Todo ser humano es capaz de aprender a afrontar con éxito adversidad.

Las variables personales son importantes en lo que se refiere al desarrollo de cualquier capacidad. Pero son significativas y sustanciales las variables contextuales.

Algunos investigadores mencionan como características del funcionamiento psicológico en niños y niñas resilientes, las siguientes (Kotliarenco, Cáceres y Fontecilla, 1996):
  • Mayor tendencia hacia el acercamiento
  • Mayor autoestima
  • Autonomía 
  • Independencia
  • Habilidad de enfrentamiento
  • Menor tendencia a la evitación de los problemas.
  • Menores sentimientos de desesperanza y fatalismo
  • Locus de control interno
  • Habilidades de resolución de problemas
  • Empatía
  • Conocimiento y manejo adecuado de relaciones interpersonales
  • Sentido del humor
Queda patente que la resiliencia no es más que un conjunto de fortalezas que se pueden trabajar de manera independiente, una a una, y cada una de ellas al ritmo que cada uno establezca según las diferentes variables que le rodean.

La familia es nuestra primera escuela de sociabilidad. El tema de la sociabilidad se asoma en el análisis de los estilos educativos, y con frecuencia se da noticia de la solidaridad que se oserva en familias de culturas diversas de la angloamericana, como las de origen asiático e hispano.

Así como en USA se destaca la promoción de la autonomía individual como valor clave en el desarrollo de los individuos, en este otro tipo de familias se fomentan valores más aptos para la socialización: la cooperación, la reciprocidad y la inerdepencia (Demo, 2001, 103).

Mi mayor rondaba los 10 años cuando apareció abatido y triste de la escuela durante la semana de la celebración de Halloween. Le costó mucho confiar qué era lo que le preocupaba. Entre los compañeros de clase, uno de ellos estaba organizando una fiesta en su casa y no lo había invitado. Su sentimiento de desplazado, soledad y otros muchos que se le pasaron por la cabeza lo inclinaban hacia una conducta de retiro y aislamiento.

No fue poco ardua la tarea de convencerlo de que debia adoptar una actitud activa. Para que lo entendiera le aconsejé que se acercara a su amigo y le dijera:

- He visto que estas organizando una fiesta de Halloween. Me encantaría ir

Vencer la vergüenza le costó tres días y superar el miedo al rechazo lo sumían en pensamientos negativos en los que la fuerza se concentraba en la idea de que intencionadamente su amigo no había querido invitarlo.

La posibilidad de que no se hubiera acordado de invitarlo, por la desorganización y la espontaneidad de las relaciones a estas edades, no llegaba a su reflexión.

El día que habló con su amigo se encontró con la sorpresa de que le contestó que "Claro!, cuantos más mejor!"

Lucas, a sus cuatro años, asocia la añoranza con la pena y la tristeza.

Se encuentra en una etapa en la que cada día me pregunta si lo he echado de menos ya con lágrimas en los ojos y me cuenta cómo él me ha hechado de menos a mí. Le contesto que lo he echado de menos muchísimo pero que me siento muy feliz pensando en esos momentos que en cuanto termine de trabajar voy a verlo, abrazarlo, besarlo y pasarlo muy bien junto a él.

Resiliencia es saber, tener la seguridad, de que no hay nada que no puedas superar y encontrar un camino diferente para resolver los problemas.



Aprender y asimilar cualquiera de las características enumeradas es una cuestión de prácticas, esfuerzo y de aprovechar cualquier anécdota en el hogar para aprovechar la ocasión y desarrollarlas y reforzarlas.

En este primera parte sobre el desarrollo de la resiliencia en la familia debe quedar claro que desde el modelo educativo familiar pueden formarse personas resilientes que afronten su vida como adultos con medios y técnicas asimiladas durante su crianza y crecimiento.

Dentro de las medidas de implantación y prevención para el desarrollo de la resiliencia bien puede contemplarse la formación en estilos educativos que trabajen en profundidad sobre como enseñar cada una de las características indispensables para un desarrollo resiliente.


Bibliografía

Altarejos Masota, F., & Martínez de Soria, A., & Rodríguez Sedano, A. (2005). La familia, escuela de sociabilidad. Educación y Educadores, 8 , 173-185. 

Carretero Bermejo, R. (2010). Resiliencia. Una visión positiva para la prevención e intervención desde los servicios sociales. Nómadas, (27).

González Arratia Lopez Fuentes, N., & Valdez Medina, J. (2007). Resiliencia en Niños. Psicología Iberoamericana, 15 (2), 38-50. 

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